"Era como una llamarada en sus brazos, los labios como el más dulce de los néctares, la piel como seda húmeda. La cubrió de besos mientras la llevaba lentamente hacia el suelo. La hierba estaba fría debajo de ella, la entibió con una mirada.
La besó hasta que los besos no fueron suficientes, hasta que ella perdió la cabeza, hasta que quedó sin aliento y con la misma urgente necesidad que lo devoraba a él. La ropa desapareció por arte de magia, la de él, la de ella, no importaba.
Ella lo miró, un grave quejido de placer le surgía de lo profundo de la garganta mientras él adoraba su belleza con los ojos y las manos... manos grandes que la acariciaban con suma delicadeza, exigiendo nada, pidiendo todo.
Ya no había dudas en ella, ni reticencia de pudor virginal, ni murmullo de débil protesta. A pesar de la lluvia y del frío, su piel estaba tibia, enardecida por el deseo que la consumía. Era una mujer, con necesidades de mujer y él avivó el fuego de su deseo hasta que setuvo lista para él, hasta que gritó su nombre, con voz cargada de pasión y ansias que ya no podían ser desatendidas.
Y la hizo suya, alí, sobre el húmedo césped. Le arrebató la inocencia, y la sangre, y al hacerlo, la fundió con él hasta que ambos quedaron sin aliento."
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